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Ideación Suicida.

Pensamientos suicidas

Los pensamientos suicidas son uno de los ámbitos de investigación e intervención más importantes de la Psicología.

Existe un gran cantidad de situaciones y contextos que nos pueden provocar un gran dolor: la muerte de seres queridos, la vivencia de abusos sexuales, físicos y psicológicos, la sensación de culpa ante la responsabilidad de un hecho como un accidente de tráfico, perder todo por lo que has luchado, combatir en una guerra o la perspectiva de soportar de manera prolongada o crónica una enfermedad o trastorno invalidante (sea físico y psíquico).

En algunos casos, el dolor sufrido es tal que la persona no es capaz de hacerle frente, sintiendo un nulo control sobre su vida y llegando a creer que no puede hacer nada para mejorar su situación. En definitiva, pierden la esperanza.

En este contexto no es infrecuente que se piense en una salida definitiva para acabar con tal sufrimiento, pudiendo surgir la idea de acabar con la propia vida. Dicho de otro modo, aparecerían pensamientos suicidas.

¿Qué son los pensamientos suicidas?

Se consideran pensamientos suicidas todos aquellos pensamientos que tiene un individuo referentes a quitarse la vida de forma intencional y planificada. Estos pensamientos pueden ir desde el mero deseo de morir a la realización activa de planes concretos para la puesta en marcha de la autolisis. Esta última, en que el sujeto ha elaborado el cómo, dónde y cuándo, es la más peligrosa y proclive al realizar del acto.

¿Cómo actuar ante ello?

En casos de ideación suicida es necesario un tratamiento rápido que permita actuar con efectividad sobre el núcleo del problema. Hay que tener en cuenta que, contrariamente al mito tan extendido, en la mayoría de los casos la persona que piensa en suicidarse y cree que hay posibilidades de terminar optando por esa opción, avisa o advierte a sus amigos o familiares. 

En caso de que el suicidio sea inminente y la seguridad del paciente pueda estar gravemente comprometida, es recomendable su ingreso hospitalario inmediato con el fin de que pueda estar controlado y se le pueda aplicar un tratamiento adecuado.

Psicofármacos

Si bien la presencia de pensamientos suicidas no implica necesariamente la existencia de un trastorno mental, debido a que suelen aparecer en contextos en que hay asociada sintomatología depresiva por norma general se tienden a emplear psicofármacos, en forma de diferentes tipos de antidepresivos.

Es por ello que inicialmente el tratamiento de elección pasa por la aplicación de fármacos ansiolíticos, reduciendo la ansiedad y la tensión que suelen inducir los pensamientos suicidas.

Por otro lado, hay que tener claro que el contexto tiene un papel muy importante en la ideación suicida. Es por eso que los psicofármacos pueden ser un parche útil, pero no una solución definitiva. Es necesario intervenir sobre los círculos sociales por los que se mueve la persona, así como sobre los medios materiales con los que vive.

Trastornos Mentales Asociados

En los casos en que los pensamientos suicidas están ligados a trastornos mentales, es frecuente que aparezcan en pacientes con trastorno bipolar (siendo habitual que el pensamiento aparezca en la fase depresiva mientras que el intento de autolisis suele ser más propio de fases maníacas).

 

 Después de éste, que es el trastorno con mayor número de intentos de suicidio, otros trastornos donde aparece la ideación suicida con gran frecuencia son la adicción a sustancias (especialmente al alcohol), la depresión mayor, la esquizofrenia y el trastorno de personalidad límite.

Terapia Psicológica

En lo que se refiere al tratamiento psicológico, teniendo en cuenta la necesidad de una intervención temprana y rápida en casos graves suele requerirse en primer lugar un tratamiento enfocado a lo conductual para posteriormente tratar los aspectos cognitivos. 

Es fundamental ayudar a establecer objetivos relevantes y accesibles para el paciente, graduando una serie de pasos que en un principio puedan servir para disminuir el interés en los pensamientos suicidas y que le dirijan a algo que quiere conseguir.

Los principales objetivos a trabajar serán el reconocimiento y expresión del sufrimiento, la aceptación de los sentimientos y emociones del paciente, redirigir el foco atencional y el patrón de pensamiento negativo hacia otras alternativas más eficaces.

A través de técnicas conductuales como la asignación gradual de tareas, el control de estímulos ambientales y los experimentos conductuales se va a procurar que el individuo encuentre una motivación para aguantar o disminuir el estado de tensión interno.

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