TRASTORNOS PSICOLÓGICOS EN NIÑOS, ADOLESCENTES Y ADULTOS.
Tanantología & Duelo.
La terapia tanatológica está orientada a brindar apoyo a quienes atraviesan por una pérdida o proceso de duelo, tiene como objetivo transformar la percepción inicial del doliente y sus síntomas para lograr una integración total de la experiencia de pérdida.
Este modelo terapéutico trabaja desde diferentes niveles de intervención de acuerdo al momento por el que se esté atravesando. Por medio de información, acompañamiento, empatía y técnicas específicas aborda las expresiones emocionales del paciente y, en ocasiones de familiares, para disminuir su angustia y frustración, eliminar sentimientos de culpa y aceptar su condición para lograr la consolidación de un sentido de vida.
¿Cuándo se recomienda ir a terapia?
¿Que es la tanatología?
Cuando es difícil alcanzar la etapa de aceptación y la vida cotidiana se ve interrumpida por un malestar físico y/o emocional que impide a la persona realizar sus actividades de manera satisfactoria es momento de considerar un apoyo terapéutico. Cuando un duelo se alarga debido a la imposibilidad de sobreponerse a la noticia de una pérdida se corre el riesgo de caer en un “duelo crónico”, por lo que consultar a un tanatólogo al sentir dudas respecto al propio proceso puede prevenir futuras complicaciones.
¿Qué es el duelo?
El duelo es ese estado de pensamiento, sentimiento y actividad que se produce como consecuencia de la pérdida de una persona amada o algo significativo para nosotros, asociándose a síntomas físicos y emocionales. La pérdida es psicológicamente traumática en la misma medida que una herida o quemadura, por lo cual siempre es dolorosa. Necesita un tiempo y un proceso para volver al equilibrio normal.
Proceso de duelo
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Negación: La negación es solamente una defensa temporal para el individuo. Representada por frases como: Me siento bien, esto no me puede estar pasando, no a mí, etc.
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Ira o Enojo: El enfermo se rebela contra la realidad, frecuentemente se pregunta ¿Por qué yo? Todo le molesta, todo le incomoda, nada le parece bien. Recordar su estado le inunda de enojo y rencor, a veces se necesita de esta fase para poder aceptar esta condición.
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Negociación: “Dios, déjame vivir al menos para ver a mis hijos graduarse”, “haré cualquier cosa por un par de años más”. La tercer etapa involucra la esperanza de que el individuo puede de alguna manera posponer o retrasar el tiempo o la muerte.
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Depresión: Durante la cuarta etapa, la persona que está viviendo un duelo o muriendo, empieza a tener consciencia y a comprender lo que está ocurriendo. Debido a esto, el individuo puede volverse silencioso, rechazar visitas y pasar mucho tiempo llorando y lamentándose. No es recomendable intentar alegrar a una persona que está en esta etapa. Es un momento importante que debe ser procesado.
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Aceptación: Comienza a sentirse una cierta paz, se puede estar bien solo o acompañado, no se tiene tanta necesidad de hablar del propio dolor… la vida se va imponiendo. Además, los sentimientos y el dolor físico pueden desaparecer.
¿En que me puede ayudar un tanatólogo?
Su función principal es procurar que el paciente o cualquier ser humano que sufra una pérdida sea tratado con respeto, cariño, compasión y que conserve su dignidad. La meta del tanatólogo es orientar al enfermo o doliente hacia la aceptación de su realidad, aceptación que se traduce en esperanza sobre la situación real. Esto incluye una mejor calidad de vida, y en su caso una muerte digna y en paz.
¿En que casos la tanatología puede hacerte recuperar la paz y armonía?
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Cuando la familia pasa por estados de depresión y angustia frente a la enfermedad terminal de un miembro de la misma.
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Cuando el enfermo experimenta depresión y angustia por su propio padecimiento.
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Al experimentar episodios de crisis por muerte no esperada, trágica, violenta, súbita.
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En casos de muerte de niños.
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En el manejo del duelo en niños por la muerte de sus padres o abuelos.
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En el caso de intento frustrado de suicido, cualquiera que sea la motivación pues no se debe descartar un nuevo intento de atentar contra la vida.
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La pérdida de un empleo.
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Amputación de un miembro del cuerpo.
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La separación de tu pareja, la ruptura de una amistad, la pérdida de la confianza y la pérdida o la traición de tus firmes principios.